Quién va a ganar las elecciones presidenciales?

Ya se que en estas épocas, la polarización hace que cualquier análisis,  no alineado con las estrategias políticas de las partes en conflicto, será atacado virulentamente, algunas veces como estrategia disuasiva (para evitar los costos que la realidad tiene sobre la evolución de las campañas) o por la hipersensibilidad del momento, que hace que muchas personas se obnubilen y rechacen cualquier realidad que no coincida con sus deseos.  

Pero el trabajo de un analista de entorno no es ayudar a una tendencia política (incluyendo la propia) sino tratar de separar el ruido de las señales y descarnar lo que considera es la realidad (asumiendo por supuesto el gran riesgo de equivocarse, que en todas las ciencias sociales es siempre posible). 

Hagamos un ejercicio.  ¿Qué responderíamos a la pregunta, quién va a ganar las elecciones presidenciales?  

Si tomamos cómo indicador de triunfo las preferencias electorales, la respuesta más acertada sería: la oposición, pues el deseo de cambio político es claramente mayoritario y el candidato unitario ha recibido en endoso una parte del respaldo original de la candidata favorita MCM. 

Si bien la diferencia entre EGU y Maduro en encuestas no es ni cerca de la diferencia original con MCM, sigue siendo mayoritario y por ende podría ser considerado favorito en la contienda.  

Pero si tomamos cómo  indicador la nula disposición de la revolución de ser desplazada del poder (y menos con costos de salida infinitos)  y su control institucional, sus recursos económicos que sin duda jugarán un papel en la campaña, su capacidad de movilización propia, la posibilidad de espantar el voto y crear abstención y su estrategia de estimular la fractura de su adversario, la respuesta inicial deja de ser evidente.  

Es absurdo pensar que la preferencia simple es suficiente para estimar un resultado electoral en las condiciones actuales. 

Por supuesto que el gobierno tiene el mayor reto que ha tenido en 25 años. Y no cabe la menor duda que estará preparando toda su artillería pesada para enfrentar ese proceso electoral, peligroso para el. (Aunque también sigue teniendo otras opciones). 

Subestimar al chavismo, otra vez, independientemente del actual favoritismo opositor, es un error garrafal, que los líderes políticos deben evitar a toda costa. 

Claro que tienen que enviar su mensaje de esperanza y buscar la movilización espontánea (porque inducida no hay, ni habrá suficiente). 

La oposición requiere acuerdos operativos internos, más allá de sus diferencias naturales, porque seguir discriminado opositores (cómo en el caso del Zulia), lo único que hace es reducir la capacidad de movilización. Y cada voto que se lleve a la mesa electoral  y cada testigo que se quede hasta el final puede significar la real diferencia. 

Hay una premisa fundamental detrás del éxito: debes ser todo lo optimista que sea necesario para motivarte y motivar, pero enciende tus motores previendo y preparándote para el peor escenario. 

Si te sientas en los laureles….no te quiero contar.

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