LUIS VICENTE LEON Es evidente que el gobierno venezolano comienza a evaluar con mas interes el rescate de su relacion economica petrolera con China

 


Es evidente que el gobierno venezolano comienza a evaluar con más interés el rescate de su relación económica petrolera con China, enfriada en los últimos años. 

La creación y fortalecimiento de los BRICS es sin duda un dinamizador potencial de la misma, más cuando China también parece re interesarse en incorporar la mina de petróleo más grande del mundo a su eje de influencia, en la que ya participan los grandes productores como Rusia, Arabia Saudita, Irán y los Emiratos Árabes Unidos. 

No puedo creer que estas alianzas pasen desapercibidas para Estados Unidos.  Un simple análisis geopolítico básico indicaría que empujar a Venezuela a salir definitivamente de su mercado natural (occidente) por via de las sanciones, para que termine aliada con oriente, quien ya controla los principales suplidores de petróleo del

mundo, es un error garrafal que se pagará con incrementos de precio de la energía en todo el mundo (y USA no escapará de ese impacto) e inestabilidad de abastecimiento en Europa

Durante muchos años hemos indicado lo inconveniente e inútil de las sanciones petroleras a Venezuela para cumplir los objetivos políticos que se plantearon. A estas alturas ya el fracaso de esa estrategia no es un análisis teórico. Los resultados están a la vista. Maduro mantiene el poder, sin amenazas creíbles y con opciones de movimiento hacia el eje oriental, que podría terminar por consolidar un cambio estructural en la forma de la economía venezolana, como ya ocurrió en Irán, sólo que en la propia  área de influencia norteamericana.  Más allá de los discursitos políticos baratos, las preguntas son muy simples: ¿quien no tiene gasolina, Maduro o la gente? ¿ a quién le falta electricidad,  a Miraflores o a Maracaibo, Barquisimeto, Merida o Valera? ¿Quien se quedó sin empleo y trabajo, Maduro o los trabajadores y contratistas privados de las zonas petroleras?  

Preservar esa estrategia fallida para evitar los costos políticos (que sin duda trae reconocer un error de cálculo) parece una locura a la luz del costo evidente de la misma. 

Entiendo que no será posible llegar a acuerdos políticos democráticamente aceptables y esa será una tarea de mediano y largo plazo,  que todos tendremos que hacer en el campo político y social, pero la peor estrategia (y lo realmente contrario a los intereses de Venezuela y de USA) es seguir con el cuento (que se vuelve chino) de las sanciones, sin buscar salidas inteligentes y negociaciones puntuales que permitan minimizar los costos sobre el pueblo venezolano y garantizar que nuestra producción energética  pueda reinsertarse cuanto antes en el mercado occidental (que es su mercado) para apoyar su consolidación y estabilización. Esto no tendría que ser un punto de división entre los venezolanos, pues no tiene sentido que alguien le siga pidiendo al pueblo que se sacrifique por una quimera de cambio que muchos  queremos pero que no se consigue escupiendo para arriba.


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