Los retos que tiene Edmundo: la narrativa de julio



El 19 de abril la plataforma unitaria, luego de una discusión entre los partidos que la integran, decidió que el “candidato tapa” sea el candidato en firme. El embajador Edmundo González Urrutia (EGU) es el candidato de la alianza de 10 partidos. El embajador ha dicho que no fue una posición ni querida, ni soñada, ni buscada. Es cierto. Es un producto de circunstancias sobrevenidas. Pero ya es el candidato de la plataforma unitaria. Su debut, en general, es bien evaluado: un mensaje ponderado, con posiciones, que no comunica amenazas o venganzas. A su favor, EGU se definió como un servidor público, que es algo que Venezuela necesita de manera urgente. Sin embargo, hay dos puntos que noto en su primera semana como candidato: un intento del grupo de María Corina por absorber la campaña y a EGU y, dos, se desliza la narrativa que la elección de julio es para otra elección en la que la líder de la oposición competirá para ganar. Los dos asuntos los examino en este artículo

 29 abril, 2024 Por Ricardo Sucre Heredia

 No es fácil el papel y la responsabilidad del candidato de la plataforma unitaria, Edmundo González Urrutia (EGU). Fui compañero del embajador en la secretaría ejecutiva que presidió Ramón Guillermo Aveledo entre 2009 y 2014. De manera que me toca escribir sobre lo que un compañero de lucha hace, que no es fácil en este momento porque se pide “fe de vida” para mostrar que se “está con la causa”. Se demanda lealtad, no competencia o ser consecuente (diferente a la lealtad). Creo más en la competencia y en la consecuencia que en la lealtad.

En el artículo me paseo por dos cosas que observo en la campaña de EGU que ya cumple una semana.

La primera, noto un intento del sector de María Corina para absorber la campaña y al mismo EGU. Una campaña para que no tenga personalidad propia, sino que es una delegada de la líder de la oposición.

Por supuesto, no es una crítica a EGU a quien le toca lidiar con una realidad. María Corina es una líder de la oposición. Ganó la elección primaria. Ciertamente eso le da un liderazgo político indiscutible sin contar con los apoyos que registra en los estudios de opinión. Mi punto no es este. Es claro que EGU debe y tiene que reconocer el liderazgo de Machado. Sería deshonesto de su parte no hacerlo. En esto no veo problema. El problema lo noto en otra arista.

¿Cuál es el balance que debe haber entre una importante líder de la oposición -no es la única- y la plataforma unitaria? La segunda escogió a EGU producto de un debate que se saldó el 19 de abril porque no había candidato. No existían posibilidades de designar a un tercero que no fuese Rosales o EGU. Voceros del chavismo -el diputado Diosdado Cabello- advirtieron que la escogencia tenía que ser entre los registrados al 25 de marzo. La plataforma no se podía arriesgar a otra cosa. El precio hubiera sido muy alto: quedarse sin candidato. De manera que EGU fue producto de una discusión que terminó en un “consenso unánime” por una causa sobrevenida que fue que el resultado de la primaria de octubre de 2023 no se pudo materializar en una candidatura inscrita en el CNE.

A diferencia de Corina Yoris, quien fue designada por María Corina en su legitimidad como ganadora de la primaria y, luego, apoyada por la plataforma, EGU es producto de la deliberación directa de la plataforma, no derivada como fue en el caso de Yoris. Esto plantea compromisos y acuerdos políticos.

No sé qué se discutió el 19 o a qué compromisos llegaron en la instancia de la oposición. Lo sabrán quienes asistieron al cónclave. Pero la decisión otorga una autonomía política a EGU. En mi opinión, es lo más valioso de la decisión de la plataforma porque crea la posibilidad de una conversación gobierno-oposición que puede ser informal -si ya sucede, que no creo- pero que debe regresar a su contencioso de Barbados, que es lo formal. Situación que no fue posible con María Corina ni con Corina Yoris. Analizar el por qué ya es trillado. Para el gobierno no son interlocutoras. Fue muy clara la posición de Jorge Rodríguez en la rueda de prensa luego del anuncio de la no renovación de la licencia N° 44 el 17-4-24. El presidente de la AN expresó varias veces y de manera categórica que, en las negociaciones con la plataforma, a la pregunta si habilitarían a Machado o sería interlocutora para el gobierno, la respuesta del ejecutivo fue “Nunca” de manera taxativa. Si es correcta o incorrecta la respuesta, es otra discusión. Ni Machado ni la plataforma tampoco tuvieron la tan cacareada fuerza -que no sea la de la comodidad de tuiter- para que el ejecutivo revisara su posición y aceptara a alguna de las dos Corinas.

Creo que con EGU esa posibilidad de interlocución con el chavismo es posible. Solo un dato. En 2002, al calor del golpe a Chávez, el embajador escribió un artículo en donde se puso de lado de los procedimientos constitucionales y rechazó el acto de fuerza contra el comandante. Me dio un respiro al leerlo porque esa fue mi posición en ese entonces. Como en todo en la oposición si no “estás con la causa” -aunque sean errores garrafales como los de esos años- pagas un precio. Lo pagué, pero aquí estoy. Puedo “verlos a los ojos”.

Un buen artículo de EGU que no fue oportunista -si se compara con figuras chavistas como El Aissami llevado al altar por Chávez y Maduro, hoy detenido, y otros muchos oportunistas que llenan al chavismo si no pregunten a Luis Britto García que los descarga en sus artículos en Ultimas Noticias- sino el de un diplomático al servicio de la república. En la coyuntura del golpe, cumplió como embajador en otro país -Argentina- y no buscó el muy venezolano de los admirados avispaos, acomodarse con los ganadores porque “los escenarios son cambiantes” o dejar mal a Venezuela como “república bananera” (en ese momento, el 13 de abril no estaba a la vista). Fue embajador, embajador no un vivo que buscó acomodarse, que es nuestro “por defecto”. 

El chavismo debe ver este artículo y no los tuits del “periodismo para adular” -presente en “ambos bandos”, y me disculpan, aunque me interesa una higa, la “equivalencia moral”- tipo Madelein García quien cree que es una gran cosa que EGU tenga textos de Kissinger ¿Quién no los tiene? es la pregunta.

EGU, si bien tiene una “legitimidad derivada y prestada”, tiene maniobra política para comunicar una candidatura con cierta personalidad, sin que signifique desconocer a María Corina u a otros liderazgos de la oposición que existen, aunque no se quieran mencionar o reconocer, que es parte de la campaña de absorción que hace el grupo Machado desde las redes sociales. No hay más nadie sino ella. Es líder, ganó la primaria, el público la ve con afecto. Cierto, pero no es la única.

Por eso, con todo el cariño al compañero de la secretaría ejecutiva de la MUD, no me parecieron oportunas algunas declaraciones que le restan esa necesaria autonomía que debe usar si el discurso es la moderación y “que nadie se sienta amenazado por sus ideas”.

En beneficio de EGU, noté mucho más personalidad y cierta soltura -todavía le falta al compañero- en la entrevista que la colega Margarita Oropeza de Venevisión le hizo al embajador el 28-4-24. Igualmente, en una entrevista publicada en ABC de España, con la firma de la colega Ludmila Vinogradoff el 27 de abril. 

Que EGU tenga que apelar a María Corina tampoco es para criticarlo. No es un político de carrera, su fuente de legitimidad es la plataforma, y sería tonto no apelar a ella para impulsar su candidatura y la campaña. EGU está consciente de ese papel. En redes se construye la dupla “candidato-líder”. No es mentira y, en principio, no hay objeciones a esta realidad. Es así: el candidato y la líder.

Las frases de EGU en sus entrevistas iniciales -que comenzó con la de César Miguel Rondón- fueron muy comentadas en redes sociales. No le voy a criticar la expresión “nuestra candidata” -el candidato es él- porque comprendo que no está en una posición de hablar como candidato en firme porque su legitimidad es derivada, aunque ya lo es. Que hable de “nuestra candidata” es honesto y consecuente de su parte -habla bien de EGU- pero políticamente difícil de procesar porque comunica un “candidato tapa” y ya dejó de ser tapa, ahora es en firme. Pero no me meto en esto porque EGU debe moverse en la realidad que no es un político profesional -una fortaleza, pero debilidad al mismo tiempo- pero no debe olvidar que es un candidato y debe ejercer su rol como tal. Dejemos, entonces, por afuera la expresión “nuestra candidata”, salvo para un caso que expongo más adelante.

Sí no me pareció oportuna la expresión que no hará campaña en la calle o que saldrá poco o lo menos posible. No es suficiente el “control de daños” de famosos, influencers y toda la fauna de redes del grupo de María Corina con el cuento que es una “campaña atípica” -en el Siglo XXI ¿cuál campaña “será típica”?- o que “a Edmundo lo llaman por su nombre”.

Quienes hacen este “control de daños” se venden muy caro, son muy aplaudidos en tuiter, pero profesionalmente mediocres.

En Venezuela se tutea. A lo mejor lo descubrieron ahora fuera de la comodidad de tuiter. Para algunos demasiado, pero se tutea y más a los políticos. El apellido no dice mucho. El nombre tampoco. Antes de Edmundo estaba Rómulo, Carlos Andrés, Jaime –“es como tú”- Luis Herrera. Medina Angarita tiene grata recordación junto a López Contreras. Pero pocos hablan de Isaías o de Eleazar, aunque sí de “el ronquito”. A Delgado Chalbaud le decían “Carlitos”. A Gallegos el “maestro Gallegos”. También en dictaduras. A Pérez Jiménez, algunos lo llamaban “Marcos Evangelista”. A Llovera Páez, “Lipin”.

En tiempos recientes, a Chávez pocos le decían Hugo -Teodoro con su “hola Hugo”- pero fue un fenómeno de masas. Leopoldo, Julio, Henrique, María Corina, Delsa, Andrés (los dos Caleca y Velásquez), en fin, nombre o apellido, en dictadura o democracia, la cultura política venezolana es tutear. Rosales es Rosales, pero también es Manuel. Los dos, en Caracas, en Zulia, o en Venezuela. Fuera de Venezuela, en los EUA dicen que a sus mejores presidentes no los mencionan ni por el nombre ni por el apellido sino por las iniciales: FDR, JFK, LBJ, por ejemplo. En nuestra región, hablamos de Lula, Petro, Noboa, La Calle, AMLO o “Andrés Manuel” -así es su “user” en tuiter- Boric, Macri, o Milei, quien ganó su elección y no precisamente porque lo llamaban “Javier” o por sus mascotas.

Ese “control de daños” es muy pedestre, aunque en tuiter pasa por muy profundo la tesis de “llamarlo por su nombre”. Una “standing ovation”. No faltaba más.


Comentarios