La crisis venezolana tiene su raíz en el modelo de intervención, expropiación y control que implementó la revolución durante muchos años.

 LUIS VICENTE LEON 



La crisis venezolana tiene su raíz en el modelo de intervención, expropiación y control que implementó  la revolución durante  muchos años. 

A esto se agregó el impacto de las sanciones económicas y sectoriales (no personales) que amplificaron la crisis e impactaron más la calidad de vida de la población y la infraestructura que al gobierno. 

Sin embargo, si proyectamos ambas variables hacia el futuro llegamos a una buena noticia. Ninguno de las dos tiende a mantenerse en el tiempo. 

El gobierno ha producido un cambio en su modelo económico, abriéndose más al mercado y deshostilizando su relación con el sector privado.  

La dolarizacion  fáctica, la liberación de los precios y la construcción de puentes gobierno y empresarios  ha permitido a las empresas una mejora en su margen de maniobra, pese a que los problemas críticos de infraestructura, tasas e impuestos desbordados, desalarizacion del ingreso y ausencia de confianza, se mantienen cómo los bloqueadores principales al crecimiento. 

En el caso de las sanciones, los cambios geopolíticos, incluyendo dos guerras y el fracaso de la estrategia de máxima presión de Trump, ha producido un cambio en la estrategia norteamericana frente a Venezuela. 

Si bien el discurso de sanciones se preserva para controlar los monstruos en el congreso americano, es obvio que el ejecutivo busca salidas honrosas a su propio error de cálculo, cuando implementó sanciones, que hoy también afectan o limitan el margen de maniobra de  occidente. 

El dilema democracia o sanciones, resulta hoy más discursivo que real. Los intereses económicos y geopolíticos son determinantes. Y esto explica porque las licencias individuales tipo Chevron, con menos restricciones de tiempo y más estímulo a la inversión privada, lucen más y más probables. 

Por supuesto que un cambio político en el país, hacia la oposición o incluso un cambio interno (dentro del propio chavismo), ayudaría mucho a justificar el desmontaje necesario de las sanciones y la reinserción total de Venezuela al mercado internacional. 

Pero el escenario de que Maduro juegue duro y logre  preservar el poder está completamente vivo. Popularidad no es la única vía para eso, algo que debería ser clarísimo precisamente para sus adversarios. 

Hay que agregar que la posibilidad de que haya una elección medianamente competitiva depende mucho de la disposición que tenga  EEUU de liberar sanciones previamente a la elección (cumpliendo el acuerdo de Doha) y dar al chavismo garantías suficientes para iniciar un proceso de re estabilización económica y política, que sea paulatina, integradora y en paz, donde ellos mismos tendrán que ser también protagonistas.  

Este juego apenas comienza. Y cualquier padre que haya tenido hijos “activos y creativos” (por no decir terribles) sabe que el silencio en casa no siempre es lo que parece. 

Sin embargo, pase  lo que pase en la política, la macro tendencia económica tiende a ser mejor en el futuro. Con muchas limitaciones y bloqueadores, con un país lleno de necesidades no cubiertas, lejos del desarrollo…pero mejor que lo que hemos vivido estos últimos años.


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