EXPLICACION SEGUN IMPORTANTE DIARIO ESPAÑOL "MADURO COMODO EN EL PODER"

EL PAIS.COM 


Cuando Hugo Chávez falleció, en 2013, y asumió funciones Maduro como presidente encargado, muchos pensaron seriamente que al movimiento bolivariano le quedaba poco tiempo más al mando en el país. No le veían con el carisma ni la autoridad suficiente para reemplazar a uno de los dirigentes latinoamericanos que verdaderamente va a dejar huella en la historia. A su lado, Maduro parecía un personaje menor. Era un sustituto titubeante, que claramente no estaba listo para aquella encomienda, con menos atributos que su predecesor y maestro, y al tiempo tenía ahora que enfrentar a un movimiento opositor crecido, camino a arrebatarle al chavismo su dorada circunstancia como mayoría nacional.

(...) “Maduro comienza muy mal. No se veía a sí mismo en aquella responsabilidad. El resultado electoral de 2013 frente a Capriles, en el cual casi pierde las elecciones, lo retrataba. A pesar de eso, fue evidente el arraigo chavista en el estado, en los poderes públicos y en el sector militar”, afirma Luis Salamanca, politólogo y doctor en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela.

La llegada de Maduro agravaron la corrupción en el estado venezolano, que gracias al control cambiario adquirió un carácter sistémico. En lugar de ensayar una apertura económica, como muchos le propusieron, el sucesor de Chávez, dogmatizado y escéptico de la economía capitalista, decidió radicalizar, y endureció la política de nacionalizaciones y fiscalizaciones al comercio y la industria. Las medidas produjeron una grave escasez de bienes y servicios y la crecida de los precios. En 2014 carburó un enorme malestar social y la cólera popular se fue a las calles.(...)

En una nación derrumbándose ante postulados económicos inviables, Maduro dio ante sus adversarios y seguidores demostraciones continuas de carácter y mando. “La fortaleza de Maduro es consecuencia de una estructura de poder concebida por Chávez. Comienza en el presidente y desciende en una línea jerárquica que imita en su letra las fórmulas democráticas, pero que transforma las estructuras del estado de derecho constitucional. Maduro es el jefe de un estado-poder”, afirma Salamanca. Ejerciendo la represión-y actuando, en privado, de manera despótica entre sus colaboradores cuando ha sido necesario-, Nicolás Maduro, sin auctoritas ante el resto del país, se hizo muy rápidamente, y sin rivales, el nuevo mandamás del chavismo.(,,,)

"Con astucia para negociar y aptitud para trabajar con los organismos de inteligencia, Maduro dio continuidad a los encargos de Chávez, e invirtió mucho dinero en ampliar el pie de fuerza de la Policía Bolivariana, la Guardia Nacional, además de organismos paramilitares leales a la causa, profundizando el carácter artillado de la revolución. “Con Maduro conoce su continuidad la tendencia destructiva del aparato productivo iniciada por Chávez, especialmente el derrumbe de Petróleos de Venezuela”, afirma Diego Bautista Urbaneja, abogado y escritor, miembro de la Academia Nacional de la Historia.

“Los precios del petróleo caen, los programas sociales quiebran por la corrupción. Sin respaldo popular, y sin la misma cantidad de dinero, tiene que endurecer el aparato de poder revolucionario, un entramado de partido, Estado, Gobierno, fuerzas armadas, milicias, voluntarios y militantes. Comienza a ejercerse el poder de forma implacable y sin ningún tipo de barreras éticas, jurídicas o ideológicas,” afirma Urbaneja. La consolidación del poderío madurista es una realidad gracias a la gestión dos de sus alfiles fundamentales: el Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, un militar con arraigo en los cuarteles, que lleva años desarrollando el pensamiento militar revolucionario en la institución; y Jorge Rodríguez, actual presidente de la Asamblea Nacional, su operador político por excelencia. A esto habría que agregar el trabajo de Diosdado Cabello, el segundo hombre más poderoso del régimen, una autoridad en el partido y la seguridad del Estado, quien, al contrario de lo que se piensa, no es enemigo de la institucionalidad madurista, sino uno de sus garantes como vocero radical y defensor de la última línea.

“El uso irrestricto del aparato de poder, esa es la causa, en eso no hay mayor misterio”, afirma Urbaneja. “Las fuerzas democráticas tienen un complejo de inferioridad con el chavismo, le atribuyen virtudes políticas sobrenaturales. Hay una disposición de poder perpetuo dentro del Estado, un cuerpo político que para seguir existiendo, si tiene que espiar, espía; si tiene que disparar, dispara; si tiene que acusar, acusa; si tiene que encarcelar, encarcela; si tiene que negociar, negocia. Puede ser el Tribunal Supremo de Justicia, la Guardia Nacional, el PSUV, el Sebin, las bolsas Clap, o los colectivos”. A estos efectos, ha sido decisivo el apoyo internacional de algunos aliados como Rusia, Cuba, China e Irán, que han contribuido a fortalecer un infalible e inusualmente eficaz aparato de inteligencia.

En el último año, Maduro había insinuado a través de sus negociadores en la mesa de diálogo con la oposición, establecida en México, que tenía la voluntad de recorrer un camino democrático e iniciar una transición en el país. Eso se intuyó en los acuerdos de Barbados, donde se intuía que el chavismo estaba preparado para celebrar elecciones libres y justas. La Casa Blanca trató de animar a Venezuela levantándole las sanciones al petróleo y el oro, un respiro para su maltrecha economía. 


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