¿Será que la oposición dejará todo para última hora?

19 febrero, 2024 Por Ricardo Sucre Heredia

¿Será que la oposición dejará todo para última hora?

Escribir acerca de la oposición es complicado. Su propia situación, pero también por las sensibilidades que produce. Hay una suerte de “espiral del silencio” que censura las opiniones que se salen de lo “políticamente correcto”. Como “estamos en guerra” no se puede decir nada que no sean elogios para no ser vetado o señalado. El “remar juntos” es el simpático chantaje para evitar hablar de lo que hay que conversar. Tal vez no en público, pero sí en privado. María Corina Machado debe luchar por su habilitación. Qué duda cabe, pero como líder, también tiene que ponderar lo que está en juego para la oposición y para el país en este 2024. Hoy se define la política venezolana por lo menos hasta 2050. No es poca cosa. Es la vida para muchos. En su conciencia y “al conversar con ella misma” -al modo de Mandela- puede evaluar qué hacer si no es habilitada. Hoy se configuran dos escenarios, nada buenos. El famoso “loop” o deja vu. Repetir un 2018 o correr a última hora para buscar un candidato sustituto. Será mejor prepararse para un “plan B” aunque no se quiera hablar sobre eso,


Caracas /  No es fácil escribir desde la oposición para la oposición si uno se sale del guion esperado, que es “tirarle al régimen” como prueba de “estar con la causa” para recibir los “grandes aplausos” y reconocimiento en tuiter. No me siento cómodo con ese fácil e ineficaz criterio.

Escribir este texto lo salvó lo dicho por “Pepe” Mujica el 16-2-24. No sobre lo del “gobierno autoritario” o “dictador”. Mi blog y mis artículos para El Cooperante están llenos de ambos términos desde cuando Mujica estaba en las buenas con el “proceso revolucionario” y, en Venezuela, “los que no se doblan” estaban en la etapa de “triangular al comandante”, la “conexión emocional”, y “¿activaron el cupo?”.

Del video del expresidente de Uruguay rescato dos cosas. La primera, lo del petróleo como “desgracia para Venezuela”. Esto es para otro artículo. Así que no me voy a detener en sus palabras, aunque lo interpreto no como el “excremento del diablo” a lo Pérez Alfonzo. Creo que el sentido de “Pepe” es otro.

Lo segundo es lo relevante para este trabajo. Mujica señaló que “a plaza sitiada, ser discrepante es traición”, para ejemplificar por qué una dictadura.

En redes sociales la interpretación fue que el político le “tiró una mano al gobierno” para justificar su autoritarismo porque “está sitiado”. Puede ser. Lo interpreté de otro modo. Desde mi perspectiva venezolana. Que como “estamos en guerra” no se puede decir nada que se salga del guion a menos que la persona asuma el riesgo de ser tachado de “sospechosa”, nada grato en la infame época de cacería de brujas que vive Venezuela, aunque los puros ya dieron permiso para ir a conciertos y divertirse no por generosidad sino porque llevan grandes vidas en el “régimen”.

Si la política es hipócrita, inercial y cómoda como es la política venezolana desde “ambos lados”, ser “discrepante” es una opción. La tomo con sus muchos perjuicios y sus pocos beneficios. 

¿Qué duda cabe que María Corina Machado debe insistir en su habilitación? Por supuesto que no puede desistir. Envía un terrible mensaje a su público y uno de debilidad al gobierno. Claro que no puede decir, simplemente, “voy a buscar un sustituto porque estoy inhabilitada”, de buenas a primeras.

El problema es cómo insistir. Tal como lo hace hoy junto a su grupo en redes sociales, parece más bien un “derecho al pataleo” que una estrategia política para lograrlo si es posible o considerar la sustitución, que es el escenario que observo se dará, pero del que no se habla o si se hace, es para censurarlo.

Recuerdo que durante la campaña para las primarias la promesa de “hasta el final” era el “desafío”, que no se ha concretado -ni se iba a concretar- por una razón muy sencilla. La oposición no tiene una fuerza política propia. No es suficiente justificarse con la represión “del régimen” sino que la oposición toma sus decisiones, salvo que complazca al “régimen” para justificarse luego por no hacer lo que debe. Y las decisiones que ha tomado, al menos desde 2014 con “La salida”, la han despojado de fuerza política. Hoy no tiene nada. Es la dura realidad. Solo cuenta con el apoyo de la conciencia del pueblo, pero no por la oposición en sí, sino porque ese pueblo desea un cambio político. 

Tan poco tiene que, frente a la detención de integrantes de partidos o activistas de ONG acontecidos recientemente, solo lo comunica en tuiter. Comunicados van, comunicados vienen. No posee ni un equipo de abogados propios o activistas por los derechos civiles formados en partidos que pueda desplegar, que no sean los juristas de los detenidos o las ONG que cumplen su guion de rutina (el comunicado con las 500 firmas o el acto en la sede de la ONU en Caracas, que son proforma).

No muestra nada que no sean comunicados en tuiter o de famosos e influencers que denuncian en redes sociales. Ni una sala situacional o vocero político ad hoc para informar minuto a minuto las incidencias con el caso San Miguel, por ejemplo.

Tampoco es que sea muy rápida o tenga capacidad de respuesta. La detención de la presidenta de Control Ciudadano se supo el sábado 10 en la tarde-noche. El comunicado de la plataforma unitaria lo publicó el 12 de febrero cerca de las 9 de la noche. Es decir, casi 3 días después de la detención en la era digital, de un “click”.

Con las diferencias entre un sistema político y otro, igualmente carece de lo que funcionó en muchos casos durante la lucha armada de los 60. Parlamentarios que se comunicaban con el gobierno, como hizo el entonces senador Miguel Otero Silva o el entonces diputado José Vicente Rangel, cuando dirigentes o personas de izquierda eran detenidas y algunos desaparecidos. Varias vidas Otero y Rangel salvaron, evitaron que personas fueran detenidas, desaparecidas, o lograron su liberación.

Nada parecido existe hoy. Tampoco la denuncia desde el legislativo. No tiene diputados que, con la investidura parlamentaria, vayan al Sebin o al Dgcim para conocer el estado de los detenidos. O para solicitar un derecho de palabra en plenaria y plantear los casos. O molestarse, sencillamente.

La oposición de la plataforma unitaria se excluyó del parlamento con la abstención en 2020. Lo que le queda es la denuncia y un “alerta” de alguna ONG internacional o gobierno. Sencillamente no hay capacidades internas. No posee respuesta para, por ejemplo, rebatir la rueda de prensa que el fiscal Saab ofreció el 14-2-23 para hablar del caso San Miguel.

Una aparición que mezcló este hecho con Gaza para chantajear a la opinión, práctica común en la política venezolana tanto para el gobierno como para la oposición. Algo delirante. La rueda de prensa fue para hablar, entre otras cosas, del caso San Miguel, pero se mezcló con un video de Gaza con música de Alí Primera al fondo. Delirante la verdad. Pero los hombres y mujeres de poder en Venezuela están en su fantasía de luchar por “los olvidados de la tierra”.

De acuerdo al titular del ministerio público, quienes criticamos la detención de San Miguel somos responsables de lo que pasa en Gaza. Una cosa no tiene que ver con la otra.

Si me atengo a la lógica del señor fiscal, uno podría preguntarle si se va a pronunciar o a pedir alguna investigación al Estado ruso por la muerte de Navalny preso en una cárcel en ese país. Si no lo hace ¿debo pensar que valida la muerte del luchador en esas condiciones? No sería correcto hacerlo. Igual vale para la lógica del chantaje que usó con Gaza.

No hubo respuesta política de la posición al fiscal. Debió suceder una rueda de prensa inmediata para cuestionar muchos de sus puntos. Solo fue tuiter. La oposición cambió la acción política por tuiter y le cedió la iniciativa a influencers, activistas, bocones, famosos, youtubers, tiktokers, y a toda la fauna digital que es la que lleva la política opositora, mientras los políticos esperan un mejor tiempo con una que otra declaración y video en tuiter.

Igualmente inexistente la respuesta política al comunicado de cancillería con fecha 15-2-24 el que anunció el retiro de la oficina técnica de asesoría del alto comisionado de los DD.HH de la ONU que está en el país. Es un comunicado confuso, con una justificación muy general. Que esta oficina es “colonialista”. No hay una respuesta política de la oposición. 

Cedió sus capacidades para nada. Que el sistema sea autoritario no es excusa para no tenerlas. Con las decisiones estratégicas que tomó, la oposición acabó con sus fortalezas. Es su responsabilidad.

En esta realidad, se repiten guiones: otra vez Dita, nuevamente Herman Tersch, aparece Rick Scott con el discurso del gobierno de Maduro como “amenaza a la seguridad de los EUA”, vuelve otra votación en el Parlamento Europeo, regresa la cuenta de “los 60 países” -ahora menos- hace su entrada el “framing” y las “matrices de opinión” para ver si se crea un clima propicio para el “quiebre de la coalición dominante” -una obsesión de cierta oposición, que impuso al resto- y, finalmente, la venida de una fecha mágica: el 18 de abril, cuando se vence la licencia N° 44 que es la “joya de la corona” de las licencias de la OFAC porque es la que aborda al sector petrolero y de gas.

Apareció otro “wishful thinking”. El cambio de Juan González. Según los brillantes analistas de la “presión y el quiebre”, González sale porque “no le habló fuerte a Maduro” que es la obsesión de este sector para compensar su incompetencia: “hablar duro”. Se la pasa todo el día en eso. Se asegura que el sustituto del latino será “un duro” que sí “hablará fuerte”. Se espera que la suma de todo lo anterior tenga efectos y el gobierno ceda y habilite a María Corina. Es la esperanza de quien no puede hacer algo y no se preparó para realizarlo.

¿Cuál será la respuesta política cuando no ocurra la habilitación? Es mi punto y es la pregunta nada agradable. Si no se habilita a Machado ¿qué?

Casi todo el mundo está en la ruta fácil de esperar por el guion y la magia del no-sé-qué pasará con la teoría de “los costos”. Que si Maduro prefiere “pagar el costo”. Hablan como si el gobierno estuviera de salida y calcula “los costos”. Lo que no explican es por qué la represión del ejecutivo ocurre independientemente “de los costos”. La teoría volvió a fallar, pero se insistirá en ella porque en el fondo es tener la razón así la teoría no explique la realidad que dice explicar.

Es mejor cambiar de teoría y apelar a la “teoría del chavismo”. Cuando éste se siente amenazado -una elección crítica, por ejemplo- reacciona sin importarle “los costos”. Esta “teoría” es más plausible y mejor que la de “lo costos”.

Es mejor seguir en la fantasía para imponer una “teoría sobre la transición” mientras se lleva una gran vida que ahora se permite. Es más rentable y la persona se evita malos ratos en redes sociales. Pero la pregunta que nadie quiere efectuar, pero hay que hacer es ¿Y cuándo no suceda la habilitación, qué?

Es aquí donde entra el liderazgo. La opinión opositora construyó la primaria como un fin en sí mismo. Una suerte de “derecho adquirido”. Una “coronación” o algo similar. El muy venezolano “se la calan porque ahora me toca, yo me la calé”.

La realidad es que la primaria fue un medio. Importante porque supuso la participación del elector, pero medio al fin y al cabo. Más nada. No tuvo ni tiene poderes mágicos. Escogió a una candidata y a una líder, pero que deben ser responsables ante el universo opositor, no solo ante los que participaron en la primaria o votaron por Machado.

Al ganar, la dirigente de Vente dejó de ser candidata de un sector. Si lo asume o no, es otra discusión. Y ser responsable no es simplemente complacer a los que votaron por María Corina. Sería sencillo si dispone de los medios para el prometido “desafío”, pero esos medios no existen. De manera que la candidata debe tornarse en líder y, al modo de la definición de Ronald Heifetz, que es la que todavía me parece apropiada para estos tiempos de cambios inconclusos, un líder persuade para que un grupo sepa lo que está en juego y realice el “trabajo adaptativo” -es decir, innovar o hacer lo que hay que hacer para cumplir con una misión- y no el “trabajo evitativo”, que es responder con lo de siempre, que hoy se bosqueja como un nuevo desconocimiento de las elecciones y un llamado a la abstención si María Corina no es la candidata. El famoso deja vu.

Hoy es temprano para afirmar si este escenario se materializará. Hay muchas variables en desarrollo. En mi caso, soy pro-voto y he votado, pero todavía no tengo claro el panorama sobre el para qué se votará en 2024. Lo que tengo más a la vista es que se configura un escenario ya vivido que terminó en fracaso.

La tarea del líder no es solo complacer a su público sino poner en claro lo que se juega en un momento determinado. Hasta ahora María Corina muestra que complace a su público. Es líder exclusivamente por eso -para la psicología social, es la definición “mínima” de liderazgo, tener seguidores- pero no es líder porque no muestra la capacidad para clarificar lo que está en juego, que trasciende su habilitación. Machado se comporta como la líder de un grupo, no de la oposición. Esto es importante porque entramos en terrenos serios. En la autopista que definirá la política venezolana por lo menos hasta 2050. No estamos en 2004, 2005, ni 2002. Menos 2014, 2017, 2018 o 2019, que es lo que se trata de revivir.

En público, Machado debe luchar por su habilitación. Tal vez hacerlo con más gracia, estrategia, y menos arrogancia. Se recuerda que el acuerdo de Barbados fue firmado antes de la primaria. El grupo que la apoya desdeñó de ese acuerdo. El infame “ejército de tuiter” de la candidata presentó el acuerdo como una maniobra para detener su arrolladora victoria. Ella misma también lo criticó. Se recuerda un comunicado del 18-10-23 firmado por la candidata que terminó con “el domingo 22 de octubre sellaremos el acuerdo definitivo: el que decide la gente”, que no era Barbados precisamente. Hoy Barbados es lo único que tiene frente al gobierno. De aquí, entre otros motivos, su silencio y relativa prudencia.

Pero en privado o en su propia conciencia como líder política, María Corina debe considerar lo que está en juego y evaluar cómo responder cuando el escenario más probable ocurra, que es el de su no habilitación a pesar de luchar por ella.

Líder no es solo afirmarse. También es un sentido del sacrificio. En su caso, con riesgos porque en la oposición no hay confianza entre quienes la conforman ¿Por qué habría de renunciar a su momento político? Es lógico que no lo haga ¿Por qué habría de ser una suerte de jefa política con un candidato sustituto cuando no hay instituciones dentro de la oposición que garanticen que ella sea la jefa política, y no le “serruchen el puesto” o la “esperen en la bajadita”, que es lo más probable su cede su candidatura? También es lógico que no conceda por lo anterior ¿Por qué sacrificarse en un país en donde el sacrificio no tiene sentido porque somos una nación de avispaos y oportunistas, que espera al fracaso de uno para tomarle el puesto, “a rey muerto, rey puesto”? Por supuesto que no. En sus zapatos pensaría igual.

Pero ser líder supone riesgo. Debe construir esas instituciones dentro de la oposición para que su liderazgo sea respetado. O las alianzas políticas para ese fin. Y eso es habilidad política. Al menos, Machado no me comunica que tenga habilidades para esa tarea. Quizás su silencio es porque las tiene y hace el “trabajo adaptativo”, pero no es lo que me parece. Observo, más bien, una líder rígida rodeada de sobadores reales y digitales.

Solo planteo que en sus “conversaciones con ella misma” -a la manera que Mandela lo hizo- considere todos los escenarios posibles para evitar repetir guiones del pasado que no fueron exitosos para la oposición, y la hundieron más. Ya la oposición no soporta otra bajada política. 

Evitar lo que a la oposición creo le gusta, pero esta vez no le irá bien: que, al faltar 6 días para el cierre de las inscripciones en el CNE, salga a buscar un candidato sustituto a última hora y ese gozo por el aquelarre de “lo hicimos a última hora, pero salió bien”, también vuelva. No. Esta vez creo no saldrá bien dejar las cosas para el último minuto. Mejor prepararse así no se quiera hablar de eso. Un líder de verdad lo hace. 

Nota bene: cuando en 2021 Navalny regresó a Rusia, me dio la impresión que tenía conciencia del riesgo y, en un sentido, que su suerte estaba echada ¿Por qué lo hizo? No sé. Pienso para dejar testimonio de un “discrepante” frente a un sólido sistema autoritario como la Rusia de Putin. Como un grito no sé si político o trágico, lo último forma parte de la cultura rusa como se lee en su literatura o se observa en su arte.

Solo puedo respetar el gesto de Navalny y no vivir de, “la lección de Navalny es no rendirse”, que muchos en Venezuela afirman desde la comodidad de su casa. No tengo estómago para eso.

Sí puedo aprender de su gesto. Puedo hacer mi “wishful thinking” de por qué regresó a Rusia. Tal vez lo hizo en la idea que catalizaría la necesidad de organizarse desde el punto de vista político. Hacer frente a un sistema autoritario no es heroismo. No es un discurso de la “resistencia”. Es organización. Es mensaje. Es conciencia. Es una actitud ante la vida como lo deja ver Svetlana desde su exilio de verdad en Alemania. Uno austero.

Pienso esa es la verdadera “lección de Navalny”: organizarse para construir conciencia, que se manifieste en el voto o en una acción política para la coexistencia en el largo plazo de fuerzas que hoy no se reconocen, no en discursos sobre “desafíos” que enmudecen por el miedo que tienen pese a lo ruidoso que son.


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