El personalismo en Venezuela tiene su máxima expresión en el Caudillismo un personaje que ha dominado y todavía lo hace en nuestra cultura.
En el imaginario social el caudillo o caudilla nació para mandar y para que lo obedezcan, lo imitan y lo aplauden, cree firmemente y hacer creer que es el único o la única que puede arreglar las cosas.
Así los grupos, organizaciones e instituciones pierden su valor, el caudillo o la caudilla actua a sus anchas y no se siente cómodo o cómoda si le llevan la contraria.
El caudillo o la caudilla se rodea de sus lugartenientes sobre la base de la afinidad personal, la lealtad incondicional y los nexos familiares.
Este fenómeno social permite ponerse en las manos de un salvador o salvadora antes que organizarse y asumir mayores retos como componente social. Este círculo vicioso termina debilitando a la gente y sus instituciones en la medida que el núcleo central concentra el poder y la democracia se debilita.
JCM
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