Comunicación política: la narrativa chavista que la oposición no logra revertir

 


23 febrero, 2024    Por Pablo Andrés Quintero M

Mientras el oficialismo siga trabajando en la calidad de sus percepciones para que estratégicamente la población se mueva en “emociones convenientes” antes de una elección, la zozobra política y económica continuará reforzando las creencias negativas en el voto opositor Si desde el poder se habla de primero, invitando a que el sistema se mueva en respuesta, la gente obtendrá solo reacciones a los acontecimientos políticos, una oposición que olfatea y mueve la cola solo cuando suena una campana. Ivan Pavlov le llamaría a esto “respuestas condicionadas"

Caracas.- La única certeza que hoy tienen los venezolanos es que el futuro político siempre será más complicado. Cuando se analiza el clima emocional de la sociedad venezolana en sus diferentes estratos socioeconómicos y preferencias políticas, se suele verbalizar una creencia que termina por incidir negativamente en la percepción de los ciudadanos y la fotografía política actual.

La gente cree que la oposición esta “estancada” y que el gobierno está “atornillado”. Si llevamos esta premisa al plano de las imágenes, podemos inferir que las palabras terminan estratégicamente fortaleciendo las creencias negativas en el lado opositor exponiendo aún más sus debilidades frente a la opinión pública. Si desde el gobierno se dice repetitivamente como una práctica de sugestión política “no vamos a salir del poder” esto terminará decantando en la interpretación de la realidad de algunas personas. Así como también, si en la oposición no se presentan avances concretos que permitan ilusionar y demostrar que hay posibilidad de cambio real, la gente sentirá que lo que dice el oficialismo es cierto, que tienen razón.

La política es asunto de realidades, capacidades y percepciones. Durante muchos años el oficialismo se ha encargado de construir una imagen reaccionaria, temeraria y hostil, con un discurso negacionista sobre la posibilidad de la alternancia del poder. Plantean que no hay un futuro sin ellos y la oposición en cierto modo no ha logrado revertir esta narrativa diseñada para desmoralizar y desilusionar en su propio electorado.

La gente dentro de la oposición se siente desprotegida ya que sus principales liderazgos referenciales no han logrado sostener a lo largo de los últimos años una comunicación cercana que transmita certezas sobre lo que vendrá antes y después de un proceso electoral. La comunicación se ha reducido al momento, a la coyuntura, al corto plazo. Los venezolanos han estado somatizando los efectos de la propaganda oficialista y poco a poco han ido asimilando una variedad de percepciones que van desde lo político, lo económico hasta lo social. El gran poder del oficialismo se centra en el control, diseño y planificación coyuntural de sus comunicaciones y en la gestión psicológica emocional de éstas.

Cada uno almacena en su memoria sus experiencias y cuando hablamos de estos acontecimientos automáticamente hay una historia que contar, una anécdota, una vivencia condicionada por el elemento político, una oposición queriendo llegar al poder y un oficialismo aferrado a él. La gente recuerda más el desempeño político que los discursos y es aquí donde la oposición no ha reflexionado sobre el uso de las palabras y la creación de imágenes memorables que sirvan de conexión y atajo estratégico para mejorar su conversación con el ciudadano. El neurolinguista George Lakoff decía que no pensáramos en un elefante, pero la oposición no tiene definido cuál es el animal en el que hay que pensar. No hay nada instalado, solo una palabra, “cambio” pero nadie sabe cómo se ve ni cómo se alcanza.

Mientras el oficialismo siga trabajando en la calidad de sus percepciones para que estratégicamente la población se mueva en “emociones convenientes” antes de una elección, la zozobra política y económica continuará reforzando las creencias negativas en el voto opositor. La percepción de que existe una oposición débil e incapaz de revertir el sufrimiento de la gente sigue estando sobre el imaginario colectivo ya que no hay una imagen diferente que demuestre lo contrario. Si desde el poder se habla de primero, invitando a que el sistema se mueva en respuesta, la gente obtendrá solo reacciones a los acontecimientos políticos, una oposición que olfatea y mueve la cola solo cuando suena una campana. Ivan Pavlov le llamaría a esto “respuestas condicionadas”.

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