María Corina el pasado 23 de enero demostró fehacientemente, contundentemente que su alta popularidad no es cónsona con su
poder de movilización. En todo el país su llamado a las concentraciones fue un fracaso. Es irreversible su inhabilitación
por lo tanto perder tiempo es hacerle un favor al régimen y una pésima estrategia.
La oposición sigue siendo mayoría pero tiene una inmensa debilidad organizativa
y movilizadora. Hay tiempo para reorganizarse sobre bases sólidas sin demagogia y retorica ridícula como esa declaración
de 600.000 activistas en todo el país. Esas tonterías hay que dejarlas un lado. Con
100.000 activistas y hasta con menos le podemos dar una paliza al régimen. Lo correcto es una política que no deje a nadie por fuera, que amplié la democracia
y tenga un programa mínimo factible, creíble y potable.
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