¿Será posible el "modelo chino con características venezolanas"?

Entre el 8 al 14 de septiembre el presidente Maduro visitó China. De acuerdo al gobierno de este país, es su tercera visita de Estado. Según Maduro, es su viaje número 11 desde 1999. Luego de una relación fría en lo financiero -China no prestó más y a los venezolanos nos toca pagar la deuda que dejó el gobierno, por su irresponsabilidad y corrupción- la relación tomó un nuevo impulso centrada ya no en préstamos sino en algo como una “consultoría para las reformas”. China ve en Venezuela un país importante desde el punto de vista de sus intereses nacionales frente a los EUA. El gobierno por fin parece se toma en serio lo que China le dice al menos desde 2018: “tiene que hacer reformas”. El “laboratorio” serán las recientes ZEE aprobadas, que se asociarán a regiones de China. Algo como “los dos ligaditos” para ver si en Venezuela se replica el éxito de las ZEE del “gigante asiático”. Esto no será fácil. El gobierno de Maduro es burocrático e inercial. No comunica ni el compromiso ni la agilidad para hacer reformas a lo Deng. Se verá si “a la tercera, va la vencida”



Caracas/Foto: Prensa Presidencial. Mis artículos no son muy creativos en sus primeras líneas. Siempre arranco con un “escribo sobre este tema” o “las cosas van muy rápido”. Lo segundo no es mentira. Cada semana, hay dos o tres hechos que calzan para un análisis, pero son imposibles de seguir, salvo que mi trabajo sea exclusivamente ese, que no es mi caso. Más en esta columna que es de análisis, no es de la noticia. Me provoca, sí, escribir al “producirse la noticia”, pero se perdería la naturaleza de esta columna, que es analizar. Quizás en situaciones muy puntuales uno escriba un artículo “en caliente”, pero son la excepción. Normalmente, escribo pasado el tiempo para poder analizar y tramitar los temas que tengo en agenda. No tengo artículos preparados, sino que veo los temas y hago una lista de “elegibles” que luego desarrollo en los artículos. Mis análisis son más lentos que la noticia.

Así es con el viaje de Maduro a China. Fue hace tres semanas más o menos. Como todo en Venezuela, se evaporó. Una cosa sustituye a la otra. Y la que emerge no dura mucho. Los análisis son parciales y “con validez de 24 horas” como los presupuestos de la Venezuela inflacionaria. Con todo, aquí va mi análisis del viaje de Maduro a China.

Fue uno largo, de casi una semana. Eso me llamó la atención. El día 9-9-23 visitó la ciudad de Shenzhen. Luego, Shanghái, y Shandong. El 11-9-23 llegó a Beijing, en donde estuvo hasta el 14 de septiembre para su reunión con Xi.

Lo primera impresión que me causó cuando Maduro llegó a Shenzhen es que el periplo fue planificado para “mostrarle las bondades del sistema chino”, lo que refuerza la hipótesis que, para Maduro, el modelo en general es chino, no es Cuba, Rusia, o Irán. De estos países toma cosas puntuales, pero la globalidad la ofrece China y Vietnam, principalmente por el asunto del modelo económico.

En su programa del 6-9-23 Cabello con muchos elogios a Vietnam. En la rueda de prensa del PSUV del 11-9-23 el dirigente afirmó que el PSUV tiene un convenio con el PCCh; “aprendemos de su experiencia y, modestamente, también aprenden de nosotros. Tenemos una extraordinaria relación con el PCCh. Si al partido le va bien, al país le va bien”. Importante esto último. En la lógica de Cabello el partido es relevante para la estabilidad de un país. El partido -en este caso el PSUV- como columna vertebral para el sistema político.

Es interesante lo anterior porque las dos cabezas del chavismo coinciden en el modelo: China y Vietnam. Delcy también coincide en el modelo chino. Podemos afirmar que este es el plan del ejecutivo. El “modelo chino” para Venezuela, que no es un hallazgo original escribirlo, pero sí recordarlo.

Otro detalle no menor fue un video de 4 minutos que “Prensa presidencial” subió para hablar sobre la visita a esta ciudad (de Shenzhen). El guion del video lo que dice es que Maduro vio como una ciudad de pescadores -con 30 mil habitantes- se convirtió en una ciudad moderna con las reformas de Deng que comenzaron en 1978. Incluso, el video habló no de expropiaciones de tierras, sino de subastas de tierras. Es decir, una puja entre la oferta y la demanda. El mercado pues.

El viaje, entonces, fue para mostrarle al presidente -y a la primera dama, quien siempre está con su esposo- la relevancia de hacer reformas, pero no “a la cubana” sino de mercado junto al Estado. A lo mejor por esto Maduro habló del “Estado promotor” antes del periplo.

En su programa “Con Maduro +” del 11-9-23 que hizo desde China, lo afirmado por Maduro respalda la conjetura previa. Fue a China para ver desarrollo, pero más que esto, mi hipótesis es que China lo invitó para que lo viera con sus propios ojos. Que haya llegado a Beijing en un tren bala, que haya visitado una ciudad de inteligencia artificial o el centro espacial de China, lo que comunica es un mensaje como “no son préstamos, sino un proceso de reformas lo que su gobierno debe adelantar, véalo por usted mismo y comenzamos en Shenzhen”

Maduro busca algo como una ósmosis de desarrollo en la tesis de “alianzas de regiones de China y estados de Venezuela”. Desconcentrar la idea de desarrollo. Las regiones de China vendrían a ser algo como “promotoras” o “Husbandry regions” para impulsar las fuerzas productivas de los estados en Venezuela.

Es ocioso repetir que Maduro está en esa tarea de liberar las fuerzas productivas, sea porque se convenció, por las elecciones, porque sabe que no negociará y no habrá levantamiento de sanciones, porque es la estrategia para acercarse a países BRICS, porque el chavismo ya se ve eterno en el poder, u otros motivos, pero el presidente está en una onda de promocionar lo productivo.

En una actividad del consejo de economía productiva del 21-9-23, Maduro y Delcy puntualizaron los objetivos de la visita a China y la estrategia del gobierno.

La meta es lo que Maduro llamó una “economía no cadivesca”. Es decir, que no dependa de los dólares del Estado, para vivir o para importar (las “importaciones cadivescas” como las llamó). Puso un ejemplo sobre esta idea. De acuerdo al Seniat, hasta la fecha, las importaciones suman 5.000 millones de dólares. De esa cantidad, las importaciones con dólares del Estado son 400 millones de dólares y con divisas privadas 4.600 millones de dólares. En este ejemplo está lo que el gobierno persigue: la sociedad con sus dólares construye la economía. Destacó otro caso. Avisó que los niveles de abastecimiento en Venezuela “son los más altos desde 2003, hago notar que hasta 2014 tuvimos ingentes recursos”. De nuevo, el mismo mensaje: hay abastecimiento no por “dólares cadivescos” sino porque la sociedad con su trabajo y productividad abastece al país.

Maduro elogió a Deng al afirmar que “no somos dogmáticos, muy lejos de eso; tenemos principios, pero no somos dogmáticos”. El gobierno tiene clara su meta: producir dinero vía la sociedad, que sea resultado de la productividad nacional, no de una impresión monetaria desde el BCV.

Paradójicamente, este cambio es producto de las sanciones como expresó Maduro. Los castigos produjeron lo contrario. Un “Maduro aperturista” que le agarró el gusto a las reformas, porque cree en eso, por la necesidad, porque sobrevivió en el poder, por otras razones, pero se nota un Maduro muy convencido en la “ruta Deng” o en el “modelo chino con particularidades venezolanas”. Eso es lo nuevo: un gobierno que se toma más en serio el modelo de desarrollo que busca y parece dispuesto a asumirlo, con la apertura que eso implica si significa entrada de divisas.

Curiosamente, el gobierno no busca que la sociedad dependa del Estado. Quiere una autónoma. Quizás se siente tan seguro en el mando, que estima que una sociedad con una economía menos centrada en el Estado no será amenaza para el poder chavista. En definitiva, el ejecutivo echa las bases de la economía política de Maduro (ahora sí de Maduro y no de Chávez) que es no depender del Estado. Las divisas son de la propia sociedad. Es el “Pacto de los dólares” de Maduro: las divisas que salieron vía Cadivi cuando Chávez ahora regresan para mantener empresas o para vivir. Aquí sí hay una diferencia entre Chávez y Maduro. El primero, más orientado a “comprar” el desarrollo; el segundo más orientado a “lograrlo con las vísceras” como expresó en la actividad del 21-9-23, y que es una expresión que ya forma parte de su discurso. La dolarización es el verdadero factor de estabilidad política en Venezuela, no el “Sebin”, los “cubanos”, los “negocios”, las “Cupaz” o las “Upaz”.

¿Por qué China? Maduro ofreció la respuesta en la actividad del día 21 con el consejo de economía productiva, “Es increíble cómo en tan poco tiempo una sociedad feudal es una potencia mundial”. Eso es todo. Maduro quiere dejar “el feudalismo” de la sociedad venezolana. La vía ya no son préstamos desde China sino replicar el modelo. Por eso las alianzas entre ZEE de Venezuela y de China.

En su programa “Con Maduro +” del lunes 18 de septiembre, el presidente resaltó esta idea al hablar de “hermanar regiones de China con las ZEE de Venezuela”. En un mapa, mostró las ciudades visitadas. Lo que tienen en común es que son ciudades exportadoras, con salida al mar, y con un buen PIB per cápita dentro de las regiones de China. Veamos:

Excluimos a Beijing de los lugares visitados por Maduro, y tenemos que Shenzhen -en la provincia de Guangdong- Shanghai y Shandong son provincias que tienen el mar cerca, para exportar.

El PIB per cápita de cada una -se redondea- es 16.000, 27.000 y 13.000 dólares por habitante, de los mejores que tiene China. La población es de 115 millones, 25 millones y 101 millones de habitantes respectivamente. Ejemplos interesantes si se toma en cuenta que el PIB per cápita de Venezuela es de cerca 3.500 dólares por habitante y su población está en los 28 millones de habitantes.

Los estados escogidos en Venezuela para la alianza con estas tres provincias de China tienen buen PIB per cápita dentro de Venezuela, que son Carabobo, La Guaira, Anzoátegui, y Monagas, en ese orden con 1.980$ los dos primeros 1.770$ y 1.560 dólares respectivamente los dos últimos. Los 4 tienen salida al mar, de manera que la condición para exportar está presente. Los gobiernos de China y Venezuela buscaron algo equivalente dentro de las grandes diferencias que hay entre ambas naciones.

La correspondencia es Shenzhen con La Guaira, Shanghai con Carabobo, y Shandong con Anzoátegui y Monagas (Hay otras dos ZEE en Venezuela que no entraron para hermanar, que son el estado Falcón y la isla de La Tortuga). 

A la luz de este análisis referencial puede inferirse que, efectivamente, hubo un planeamiento en el viaje de Maduro en el sentido de buscar estados de Venezuela que puedan replicar las experiencias de las ZEE en China, de la que Shenzhen fue la primera experiencia en 1980 y hoy es una ciudad bastante moderna, junto a Xiamen, Shantou, y Zuhai del mismo año.

Queda la tarea de planificar y hacer reformas para que los estados venezolanos tengan el potencial productivo que tienen sus ciudades-alianzas de China. Esto explica la euforia de Maduro. Siente que fue con un plan concreto y que hay resultados concretos que ahora hay que traducir en políticas públicas y en hechos para el desarrollo de los 4 estados de Venezuela.

En su programa del 18, se notó un Maduro eufórico, pero más en un plano tipo “he llegado bien lejos en la vida” -esas historias que fascinan en Venezuela, especialmente a las élites; no es casual, de acuerdo al estudio de la firma More de septiembre de 2023, que un 53% quiere que el candidato presidencial “venga de abajo”; qué obsesión con el “venir de abajo” y el “blanquearse” después- y menos en los zapatos de una propuesta para el desarrollo. Habrá que ver si Maduro tiene la disciplina para proyectos a largo plazo que suponen planificación, y abandona el estar mono y cachondo con la visita a China. Al ser proyectos focalizados en 4 estados, se podrá evaluar realmente el impacto.

Desde el punto de vista teórico, la selección de los estados en Venezuela y las provincias en China no fue mala, pero queda la ejecución. El gobierno no es malo en “la teoría” pero sí en la práctica. Luego que pase la fiesta por el éxito del periplo, se verá la viabilidad del “modelo chino a la venezolana”, que el comunicado conjunto entre las dos naciones dejó ver en su punto 5.

Lo anterior como variable interna, porque está la externa. Estudiosos coinciden en que “el milagro de China” se debe a la suma de reformas + la inserción en la economía global, durante la ola globalizadora de los 80.

Venezuela tiene pendiente hacer reformas y, en lo global, está el tema de las sanciones. En el programa de Maduro comentado, éste señaló que sería mucho mejor si no hay sanciones, pero no por eso, dejará de buscar otras formas de desarrollo. Luce que el presidente no ve que las sanciones se removerán o no está dispuesto a hacer las concesiones que los EUA exigen, y adelanta una estrategia para perseguir el desarrollo de la mano de China al replicar la tesis de las ZEE, aunque insiste en que las sanciones deben quitarse. Hay que recordar que la China de Deng no tuvo sanciones. La Venezuela de Maduro sí, y esto es una restricción importante.

El 13-9-23 Maduro se vio con Xi. El presidente está feliz con su viaje a China y el encuentro con su “hermano mayor”. En su programa “Con Maduro +” del 18-9-23 expresó que “algo debemos estar haciendo bien para que China nos tenga respeto y cariño”

Un presidente contento con su viaje, quien se regodeó que sorprendió con el periplo, “no anuncio mis viajes, sino voy y aparezco”, se jactó. Incluso, dijo, “sorprendí a la derecha maltrecha”.

Maduro le sabe sacar el jugo a que es subestimado -¡todavía, a estas alturas, increíble!- y por eso sorprende con sus acciones. Remachó lo que una cierta opinión dijo que no sería recibido por Xi, pero pocos repararon en que el viaje comenzó desde las provincias a Beijing justamente para que Maduro conociera de primera mano la experiencia de China. De aquí la sorpresa final cuando Xi lo recibe por todo lo alto y concretan un acuerdo “todo el tiempo y a toda prueba”.

Por lo expresado por Xi, la visión de China hacia Venezuela es un proyecto a largo plazo. Superó las pruebas del conflicto político y ahora puede enrumbarse a proyectos de producción y reformas. Tal vez por eso el viaje de Maduro a China terminó con la visita a Xi. Primero, “codearse con lo moderno”; que Maduro saliera del estilo básico y de rumba que transmite, y se meta en cosas modernas. Seguramente en el encuentro a solas, Xi le habrá dicho algo como, “bueno, camarada, usted ya vio, para avanzar hay que hacer reformas importantes. No es solo dinero para prestar, sino capacidades. Lo que vio en Shenzhen no es magia o solo dinero, es planificación, trabajo, y reformas”. Como que Maduro viviera unos días con experiencias de cambio concretas antes de ver a Xi, para tener de qué conversar.

Más importante por los contenidos y por lo que se dijo, fue la clausura de la reunión N° 17 de la instancia para coordinar que tienen los gobiernos de Venezuela y China -la “CIAN”- cierre importante por lo que se dijo desde los dos países.

Es indudable que la relación Venezuela-China entró en una nueva etapa. Maduro es bueno caracterizando etapas o procesos. Con China habló de 5 etapas, a saber.

La primera, entre 1974 y 1999. Fue “una etapa diplomática y formal”, dijo. La segunda, entre 1999-2014. Fue la “etapa virtuosa”. La tercera, entre 2014 y 2018. Fue la “etapa estratégica”. La cuarta, entre 2018 y 2022. Fue “de resistencia”.

Maduro indicó que en esta cuarta etapa -por el conflicto venezolano- “afectó la relación con China” -confirma las informaciones del enfriamiento con China en lo económico- aunque la solidificó en lo político porque China no dejó de apoyar a Venezuela, que fue un punto destacado por Xi, “evitar la interferencia externa”. En la rueda de prensa hecha el 14-9-23 luego del encuentro con Xi, Maduro expresó que, con China, “hemos encontrado soluciones a problemas viejos”. 

Finalmente, la quinta etapa comenzó este año y, para Maduro, será la etapa de la “prosperidad”. En sus palabras durante la clausura, destacó que China no abandonó a Venezuela durante las dificultades. Es algo que el chavismo reconoce mucho: quién estuvo a su lado en los momentos difíciles o, al menos, quién no lo hundió o se asoció para hacerlo. Esto para el gobierno ofrece legitimidad. Así ve a China.

Lo anterior tiene base si se observan las palabras del primer funcionario que habló en la clausura de la “CIAN”, quien es el presidente de la comisión de planificación y reformas del gobierno de China. En su balance, dejó ver -cosas desconocidas para Venezuela- que China apoyó a nuestro país prácticamente en todas las áreas. Por ejemplo, señaló que enviaron 7 generadores a Guri -no recuerdo que esta noticia se haya informado en Venezuela- y que, en comunicaciones, ayudaron a mejorar el ancho de banda, “que beneficia a más de 12 millones de venezolanos”. De manera que China apoyó al gobierno en momentos de crisis, pero no planteó una relación más profunda o estratégica como ahora.

Lo primero que destaca, entonces, es que, efectivamente, hubo un enfriamiento en las relaciones entre las dos naciones. Se apoyaron mutuamente en lo político y social, pero hasta ahí. El alejamiento fue más de China. Puede ser por muchas razones: desde la incompetencia y corrupción del gobierno hasta que la geopolítica mundial no había cambiado, que parece ser un elemento clave para explicar el acercamiento de China a Venezuela, junto a variables internas de nuestro país. Hoy los dos se acercan ¿por qué? Veamos la parte de Venezuela y la parte de China.

Desde China, la razón que está de bulto es la que señaló el presidente de la comisión de planificación y reformas del gobierno de China. Es mi inferencia porque el funcionario habló de manera muy diplomática, pero se refirió a “perturbaciones del ambiente internacional”.

Lo que entiendo por “perturbaciones” es que los cambios geopolíticos catalizados por la invasión de Rusia a Ucrania llevaron a la competencia entre bloques. Posiblemente en este escenario, Venezuela vuelve a ser atractiva para China, principalmente en la energía. Esto fue destacado por Delcy y Maduro: la energía será el pivote sobre lo que descansará la “quinta etapa”. Maduro afirmó que “ahora sí creo que el convenio con los minerales sí va a funcionar”.

También por el apoyo de Venezuela a las posiciones políticas de China. El viceprimer ministro destacó en la clausura de la “CIAN” el 13-9-23 -el otro funcionario de China que habló- que Venezuela apoya y apoyará los intereses nacionales de China. Esta posición se explica de manera clara en el punto 6 de la declaración conjunta de ambos países. Venezuela sale de la órbita de Occidente y entra en la órbita de los intereses geopolíticos de China y Rusia, principalmente. 

En este punto se verá que “leverage” tiene Venezuela frente a China. Este país es consumidor neto de energía fósil y quiere todos los recursos para su desarrollo y como parte de su estrategia como Estado ¿Será Venezuela un país subordinado, que solo proporcionará energía y recursos para que China adelante su visión global frente a los EUA o Venezuela tendrá autoridad para ponerle límites al “hermano mayor”?

Posiblemente dentro de la ecuación geopolítica de China frente a los EUA, Venezuela vuelve a ser interesante y aquí viene lo interno: en nuestro país hay estabilidad política. Junto a esto, Venezuela honró su deuda con China en su casi totalidad.

Quizás China se alejó del gobierno de Maduro por los conflictos, principalmente durante la etapa más dura en Venezuela que fue entre 2015 y 2019. Pero China observó que el gobierno de Maduro logró la estabilidad, se mantiene en el poder, y pagó la deuda con China (con petróleo). Aunque aliado, China también reconoce que Maduro está firme en el poder. Que nuevamente se acerque puede ser la señal de ese reconocimiento.

Es importante destacar que China ve la relación con Venezuela a largo plazo. Sus funcionarios destacaron esto. Posiblemente su análisis es que el país pasó la parte compleja de la crisis, se estabilizó, hay mayor compromiso del gobierno para las reformas, por lo que se embarcan en proyectos a largo plazo con un gobierno de Maduro que perciben estable y más serio para comprometerse con cambios y no solamente pedir dinero que luego tendrá que pagar con producción petrolera. 

Un segundo factor -se explicó- es que China invitó a Maduro -hay que recordar que fue invitado por Xi- para que “viera lo que un proceso de reformas serio hace” y se codeara con lo moderno, que fue su ida a Beijing en un tren-bala.

Pareciera que los esfuerzos de China para que el gobierno se “enserie” -ya patentes en la visita de Maduro a ese país en 2018- ahora tienen más posibilidades de concretarse porque el gobierno de Maduro concienció que debe impulsar la economía. Quizás en 2018 el ejecutivo estaba en su “onda ideológica” pero ahora -como resultado del conflicto civil con la oposición- es menos ideológico y acepta la idea de hacer reformas.

El apoyo de China no será en dinero sino en ideas o consultoría sobre cómo avanzar en reformas, no en medidas de control, sino de mercado como expresó el VP de planificación y reformas de China en la clausura de la “CIAN”.

Parece que ahora el interés de China no es meramente prestar un dinero para ver si el país receptor -como fue Venezuela- hace obras, sino que le interesa el bienestar de Venezuela dentro de sus nuevos intereses como Estado, que es la competencia con los EUA. Frente a EUA, Venezuela entró en la ecuación de China. Ya no es solo prestar dinero, sino que Venezuela mejore porque una mejor Venezuela coadyuva a los intereses nacionales del Estado chino.

¿Qué cambió en Venezuela? Lo bosquejé previamente: que el gobierno concienció que debe dejar que la economía se desarrolle. No es casualidad que, en sus palabras durante la clausura de la “CIAN”, Maduro criticó la “burocratización”. No es la primera vez que lo hace, pero seguramente en el “codearse con lo moderno”, el presidente concienció el peso de la inercia y de la burocracia que su gobierno comunica y posee.

Que la estabilidad no es solo ausencia de conflictos, sino bienestar. El ejecutivo está en esta “transición” de lo ideológico a lo menos ideológico, incierta, porque transiciones de ese tipo generan regresiones o reacciones. Por ejemplo, del chavismo disidente que acusa a Maduro de ser “neoliberal”, pero reformar es un imperativo para el gobierno. No solo por una elección sino si quiere mantenerse en el poder porque sabe que un conflicto político lo puede ganar, pero desgasta. El costo es alto y debe gobernar si habla que es gobierno.

De alguna manera, el momento es el oportuno para aceptar las sugerencias de China sobre las reformas que hizo en 2018 pero, en ese momento, el gobierno estaba encandilado con que “logró la paz con la constituyente” al tiempo que comenzaba la última etapa de la estrategia insurreccional opositora que fue el desconocimiento a Maduro en 2018 y el interinato en 2019, que se aseguró producirían en semanas el famoso “quiebre de la coalición dominante” y la transición.

El gobierno ganó el conflicto de 2019, pero el país quedó en el suelo. Ahora debe administrar, pero tiene el peso de venir de una izquierda insurreccional, de conspiradores profesionales, quienes ven los temas gerenciales y de gobernar con desdén. Vienen a denunciar “al imperio” pero no a dar agua.

Bolívar no se ocupó de cosas así sino de asuntos trascendentales. El Libertador tampoco comulgó con “los problemas de la gente”. El sentido común venezolano vive de esta mitología de grandeza -de aquí nuestra prepotencia como grupo nacional- “vinimos al mundo a hacer cosas trascendentes; lo cotidiano, que lo hagan los migrantes que vinieron a Venezuela -españoles, italianos, portugueses, colombianos- u otros (los chinos, por ejemplo)”. Pudimos ser así cuando teníamos los famosos “petrodólares” y el mundo lo aceptó, lo tragó. Hoy, sin dinero, China dice “las reformas tienen que hacerlas ustedes los venezolanos”. 

Maduro, emocionado, habló que venezolanos irán a la luna en un cohete de China. Todavía con los códigos de la Guerra Fría donde poder es lo que comunica Corea del Norte: un desfile con cientos de tanques, pero su población pasa hambre. China superó esa etapa. Hoy ofrece “cañones y mantequilla”. Le dice al gobierno de Maduro que debe gobernar con su propio talento y esfuerzo. Hoy el mito de “nuestra grandeza y no hacemos trabajos manuales” es una pesadilla.

Mientras los chinos hablan de gestión, Maduro y Delcy todavía con un discurso “sesentoso” como si el mundo estuviera en la Guerra Fría. Habrá que ver si el gobierno tiene madera para un proceso de reformas más estructural y menos “como venga viniendo vamos viendo”, dentro del cachondeo venezolano. 

Una señal de esta conciencia es que Maduro afirmó que tiene línea directa con los principales líderes de China. Agregó que posee un teléfono Huawei y que puede comunicarse con el viceprimer ministro -asistente a la clausura- en mandarín y en español. En la rueda de prensa posterior al encuentro con Xi efectuada el 14-9-23 el presidente comentó que el presidente de China le regaló “el último Huawei” y que “podré comunicarme con el presidente Xi por satélite”.

Lo que esto sugiere es la relación directa y que los apoyos en la quinta etapa más que globales, luce serán focalizados, por áreas, “pelo a pelo” (por eso la comunicación directa). Que los dos gobiernos trabajarán en áreas concretas para impulsar sectores, y avanzarán en función de los resultados. Algo como una “gerencia por resultados” y menos por préstamos. Las ZEE pueden ser los “laboratorios para las reformas”.

Así como China ahora ve a Venezuela como parte de su estrategia geopolítica por el “nuevo orden post invasión a Ucrania”, el gobierno de Maduro ve a China como aliado clave para impulsar las fuerzas productivas que es la dinámica del ejecutivo desde 2018. El gobierno ya no ve a China solo para pedirle plata -que no le prestará al menos no en las condiciones actuales- sino como un “consejero o consultor” para reformas y lograr que Venezuela mejore su situación por su propio esfuerzo.

Maduro expresó que la quinta etapa será la de “prosperidad” pero, más bien, parece la etapa de la sinceridad en la que cada país expresó sus intereses. China en la geopolítica con Venezuela, y nuestro país con la necesidad de hacer reformas.

Un tema para la política interna criolla es que, si China ve a Venezuela en el largo plazo y firmó convenios con el gobierno, así sean sujetos a resultados y al desempeño, es porque no ve a Maduro fuera del poder en el corto plazo (2024).

Un detalle curioso es que entre los convenios firmados hay uno con el PSUV. También la “modernización” llegó al partido de gobierno que asumió un estatus en la firma cual PCCh.

Importante porque China ve al PSUV en el poder por un largo tiempo, sea con Maduro, sea con otro dirigente. De alguna manera, el PSUV quiere emular y replicar al sistema político de China. Si este país viera tambalear al PSUV, a lo mejor no firma los convenios y mantiene el apoyo político como ha sido hasta el presente, pero sin ir más lejos. Que la relación evolucione hacia una gobierno-partido sugiere que el PSUV se ve en el poder por un buen tiempo.  

Otra consecuencia del viaje es que si China demanda del gobierno políticas de mercado, cómo será tomado por parte del chavismo. Se recuerda que un clivaje dentro del chavismo -más visible a partir de 2020- es entre mantener las ideas de Chávez y el “reformismo” que adelanta Maduro. Los “disidentes” lo son porque afirman que Maduro “se alejó de las ideas de Chávez y tomó un giro neoliberal”.

Para estudiosos del chavismo -Steve Ellner, por ejemplo- es el riesgo. Que en desplegar una estrategia “defensiva” para evitar ser derrocado, el chavismo termine en un “reformismo socialdemócrata”. China está en lo segundo, pero con un “reformismo hegemónico”. 

La gran pregunta es hasta qué punto el modelo chino es replicable en Venezuela, cuando son naciones de cultura distinta. China comunica mucha disciplina y planificación que no es lo que caracteriza la cultura venezolana -que no significa que no tengamos capacidades, las tenemos, y en mucho, el tema es otro- pero el gobierno insiste en replicarlo. Lo hace vía convenios. El gobierno venezolano busca que la experiencia de China en ZEE alimente la nueva experiencia venezolana en ZEE.

La opción del alto gobierno es China y este país parece ver con buenos ojos que sea así, y busca educar al ejecutivo para que haga reformas. No es la primera vez que sucede. En 2018 cuando visitó a China -también en septiembre- Maduro afirmó que “Vengo abierto al debate, a escuchar, a aprender para perfeccionar el camino que ha tomado Venezuela y lograr una revolución económica que libera las fuerzas productivas del país”.

Eso fue en 2018. Habrá que ver cuánto avanzó en 5 años. A la luz de los hechos de la vida nacional, no mucho. Maduro se “encandila” con otros países, viene entusiasmado a Venezuela para aplicar lo que vio, y eso choca con la inercia de su gobierno. Al final, todo queda en promesas o en lentos avances que significarán generaciones para lograr lo que China alcanzó tal vez en una generación. No basta con hablar del desarrollo de China sino cómo llevarlo a la realidad venezolana. 

Tomemos un ejemplo con este viaje. Maduro comentó que visitó Shanghái en 2004 y que, en 2023, la ciudad ha crecido “como 20 veces”.

¿Puede decirse lo mismo de una ciudad venezolana entre 2004 y 2023? Se toma en cuenta que entre 2004 y 2015 no había sanciones y por lo menos hasta 2012, el país disfrutó de buenos ingresos.

Este es el problema para Maduro y de la sociedad venezolana en general. Asumir que el desarrollo es un “discurso”, una moda, un “producto” que se compra, o encandilarse como está Maduro con China. El año pasado el encandilamiento fue con países del Medio Oriente, durante su visita en junio de 2022 ¿Qué se ha avanzado en un año? Este es el gran tema para el gobierno ¿Cómo hacer del desarrollo una iniciativa con efecto real y estable en el tiempo? Es mi hipótesis del mensaje de China a Maduro: “Usted tiene que asumir seriamente las reformas, no es como usted lo hace. Si quiere ser un país respetado, debe hacer reformas de verdad. La pelota la tiene su gobierno. Podemos ayudar si quiere y se deja. No pida plata, ofrezca un plan para reformar su gobierno y sus políticas públicas”.

Veamos otro ejemplo. Como escribí, Shenzhen fue de las primeras ZEE de China (1980). Tuvo una gran ventaja: muy cerca de Hong Kong. De aquí vinieron las IED para esta ZEE. Además, a partir de 1986, el poder central concedió capacidades para regular y darle una visión local a la ZEE. Este último atributo fue clave para que Shenhen evolucionara en el tiempo: de ZEE para ensamblar a una ZEE de manufacturas de alta tecnología. Shenzhen llegó a tener un crecimiento del 44% en sus mejores momentos (Meza Lora y González García, 2009).

Habrá que ver cómo es el diseño de la ZEE en Venezuela y si tendrán esa flexibilidad. Será el reto para el gobierno. Dejar su paranoia e ideología a favor de los controles. No será fácil. En una rueda de prensa del 5-10-23, el gobernador del Zulia, Manuel Rosales, afirmó que se reunió con la VP Delcy para plantear el tema de la administración de las vías. Expresó que la VP, “de manera inteligente”, lo toreó. Así pasa con el puente y el aeropuerto. El gobierno central no quiere soltar lo que le corresponde al Zulia. Si eso sucede con un gobernador elegido, hay que imaginar si el gobierno dará la flexibilidad a las ZEE. Sin descentralización, no habrá ZEE exitosa. Es la experiencia de Schenzhen. No sé si el ejecutivo está consciente de esto.

Me luce que el gobierno explora con ZEE para productos agrícolas que es donde tenemos fortalezas y ventajas como país. Si es así, no lo veo mal y lo deseable sería que se replicara en Venezuela como una modernización de lo agrícola vía ZEE. Quizás no tendremos industrias high-tech pero sí en el campo de la agricultura. Es el reto para el gobierno. Mostrar una cara gerencial que honestamente está lejos de tenerla. Comunica una estructura pesada y burocrática, que choca con la imagen de las ZEE veloces por la desregulación que implican.

Hoy percibo que no hay correspondencia entre las aptitudes y actitudes entre uno y otro gobierno con respecto a las reformas y cambiar a una nación, en este caso, a Venezuela. Es el “conundrum” para el ejecutivo. Se verá si el viaje de Maduro a China es un punto de inflexión o será otro encandilamiento hasta el próximo viaje que haga que terminará en bellos discursos, pero más nada.



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