Son tres millones: en Venezuela hay más gays que revolucionarios

En el país gobernado por presuntos «revolucionarios», la ridícula opereta que montó la policía de Carabobo desnuda nuevamente la ideología cavernícola de un gobierno cuya Asamblea Nacional es la única en toda América Latina que no ha legislado a favor del matrimonio igualitario. La represión hacia la comunidad LGBTI podría ser vengada en las elecciones ya que los votos no tienen sexo

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Policarabobo

Caracas.- Quizás cuando el gobierno y su ya  escasa militancia decida aterrizar en el siglo XXI y se enteren  de que en Venezuela la población que se identifica con las siglas LBGTI estaría entre  7% y 10%, empiecen a jalarle mecate  a los discriminados que, como en el caso de Carabobo, terminaron en la cárcel. Cifra que crecería si incluimos a sus familiares o a los heterosexuales simpatizantes de la libertad de elegir.

 De acuerdo al informe «Situación de los Derechos Humanos de las Personas LGTBI en Venezuela», elaborado por  la organización Unión Afirmativa, ese 10% significa  nada menos que  3 millones de personas LGBTI. Es decir, tres millones de votos que podrían definir la balanza electoral que se avecina. Y cuando los votos se cuenten, un gentío saldrá del closet a festejar su victoria.

Pero lo cucedido en Carabobo, con la detención ilegal de de 33 gays por mantener sexo dulto consensuado, se podría explicar porque   Venezuela es uno de los 72 países en el mundo donde aún se penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo, según establece   el artículo 565 del Código Orgánico de Justicia Militar y donde se castiga con tres años de prision más expulsión de la Fuerza Armada a cualquier oficial que «cometa actos que afrenten o rebajen su dignidad…a todo militar que cometa actos contra natura».

Y como estamos bajo un gobierno militar, sostenido por militares y nacido  bajo la tutela castrense desde 1999, cabe imaginar que los derechos de la comunidad LBGT están y  seguirán desamparados  porque  la Asamblea Nacional de Nicolas Maduro jamás  hará nada a su favor para no herir la sensibilidad  de los uniformados, uno de los disfraces más eróticos para la comunidad gay, vaya ironía.

De hecho, y hasta el sol de hoy, la Defensora de la Sexodiversidad Yaury Mejias -porque el cargo existe-no ha dicho ni pío sobre lo ocurrido en Carabobo. Con más de dos años como Defensora,  Mejias participó en la interminable discusión que hubo en la AN sobre la «Ley Orgánica contra Todo Tipo de Discriminación» solo para incluyeran un glosario de términos  que contuviera la definición de cada persona, como gay, lesbiana o bisexual, entre otros. «Estas definiciones deben ser incluidas para el conocimiento y respeto de estas personas», aseguró. 

 Pero como todo en la revolución y los revolucionarios de cafetín que nos gobiernan, la Ley se quedó en una discutidera, un palabrerío, pura teoría. Porque a la hora de la chiquita, la policía allanó un sauna privado en Carabobo,  se llevó detenidos a 33 adultos gay que realizaban sexo consentido y a la Defensora de la Sexodiversidad no se la vio  por todo aquello. Adultos imputados  por una fiscalía que supuestamente  debería saber que todos estaban protegidos por la ley ya que los cargos  no se corresponden con lo ocurrido y, a decir de muchos testigos del asunto,  los únicos delincuentes que  participaron en los hechos  fueron algunos policías que les solicitaron dinero a cambio de cancelar el operativo. Policía que allanó el lugar sin orden legal, lo que anularía de hecho los cargos. Cargos que, como el  «ultraje al pudor» solo  es válido si se comete en un sitio público.

Tampoco hubo  agavillamiento – que según la ley es la asociación de dos o más personas con el fin de cometer delitos- y en cuanto a la contaminación sónica, se  prevé una multa de 30 dolares, mas o menos. Cargo que deberían imputarle también  al gobernador Rafael Lacava cuando hace un escándalo público para demostrar que existe y se disfraza de Drácula sin que nadie le encarame la Ley contra el Odio cada vez que aterrorice a un niñito.Uno que no esconde sus ambiciones presidenciales, por cierto. Y que debería ilustrarse mejor no sobre los derechos humanos de los gays, que sería mucho pedir, sino lo que significa en votos ese gentío que hoy anda furioso contra su policía. 

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