A esto hay que añadir el hecho de que una gran riqueza hace que sea demasiado fácil rodearse de personas que te dicen lo que quieres oír y validan tu creencia en tu propia brillantez, una suerte de versión intelectual del traje nuevo del emperador.
Y si los hombres de la tecnología que llevan la contra hablan, es entre ellos. El empresario tecnológico y escritor Anil Dash nos dice que “es imposible exagerar el grado en que muchos directores ejecutivos de grandes empresas tecnológicas y capitalistas de riesgo se están radicalizando al vivir dentro de su propia burbuja cultural y social”. Llama a este fenómeno del capitalismo de riesgo, venture capitalism en inglés, “VC QAnon”, un concepto que me parece que ayuda a explicar muchas de las extrañas posturas adoptadas últimamente por los multimillonarios tecnológicos.
Permítanme añadir una especulación personal. Pudiera parecer extraño ver a hombres de una inmensa riqueza e influencia creyéndose teorías de la conspiración sobre élites que dirigen el mundo. ¿No son ellos las élites? Pero sospecho que los hombres famosos y ricos pueden sentirse especialmente frustrados por su incapacidad para controlar los acontecimientos o incluso para evitar que la gente los ridiculice en internet. Así que en lugar de aceptar que el mundo es un lugar complicado que nadie puede controlar, son susceptibles a la idea de que hay conspiraciones secretas que los tienen en la mira.
Aquí hay un precedente histórico. Viendo el descenso de Elon Musk, sé que no soy el único que piensa en Henry Ford, quien sigue siendo en muchos sentidos el ejemplo definitivo de empresario famoso e influyente y que también se convirtió en un teórico de la conspiración furibundo y antisemita. Incluso pagó la reimpresión de Los protocolos de los sabios de Sión, una falsificación que probablemente fue promovida por la policía secreta rusa (el tiempo es un círculo plano).
En todo caso, lo que estamos viendo ahora es algo extraordinario. Podría decirse que la facción más alocada de la política estadounidense en este momento no son los obreros de gorra roja en los comedores; son los multimillonarios de la tecnología que viven en enormes mansiones y vuelan en jets privados. De cierto modo, es bastante divertido. Pero, por desgracia, esta gente tiene dinero suficiente para hacer mucho daño.
Paul Krugman ha sido columnista de Opinión desde 2000 y también es profesor distinguido en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Ganó el Premio Nobel de Ciencias Económicas en 2008 por sus trabajos sobre comercio internacional y geografía económica. @PaulKrugman
The New York Times es un diario que crea opinión y que muchos lectores toman como referencia. Es considerado el «periódico-hemeroteca por excelencia». Tradicionalmente imprime transcripciones de discursos importantes y debates.
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